El drama de los brigadistas en la peor crisis de incendios en 14 años: ‘Nuestra vida no vale nada’

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El 25 de agosto, un equipo de combate a incendios forestales enfrentaba un fuego en la Tierra Indígena Capoto/Jarina, en Mato Grosso, como parte de su rutina. Esta área, hogar de seis etnias, es una de las más preservadas del Xingu, pero ha sufrido un aumento alarmante de incendios, muchos originados en las haciendas circundantes.

Todos los brigadistas regresaron a la base, excepto uno: Uellinton Lopes dos Santos. Su cuerpo fue hallado al día siguiente, carbonizado, en medio de la devastación forestal. Con 39 años, Uellinton era un brigadista experimentado, activo desde 2014. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva lo calificó como “héroe” y lamentó su pérdida con profunda tristeza e indignación.

A más de 1,500 kilómetros de distancia, en Porto Velho (RO), Eliab Caldeira, jefe de brigada del Centro Nacional de Prevención y Combate a Incendios Forestales (Prevfogo), expresaba su frustración. “Nuestra vida no vale nada”, dijo refiriéndose a quienes provocan incendios para abrir pastos, sin importar las consecuencias para los demás.

Aunque aún se desconocen los detalles exactos de la muerte de Santos, su trágico final ha puesto de relieve la gravedad de la situación. Brasil enfrenta la mayor ola de incendios forestales en 14 años. Según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), hasta el 15 de septiembre, el país había registrado 184,363 focos de incendios, un aumento del 104% respecto al año anterior, el mayor desde 2010.

Las causas de esta tragedia incluyen una combinación de sequía extrema y la acción criminal de invasores de tierras y hacendados que utilizan el fuego para abrir nuevas áreas de pastoreo. Como resultado, grandes áreas del país están cubiertas por nubes de humo tóxico.

Ciudades como São Paulo y Porto Velho han experimentado una dramática caída en la calidad del aire. Sin embargo, el epicentro de la crisis está en el interior del país, donde los brigadistas enfrentan las condiciones más difíciles. A pesar de que Brasil cuenta con 3,299 brigadistas federales, el número sigue siendo insuficiente para contener la magnitud de los incendios.

La BBC News Brasil entrevistó a brigadistas que narraron jornadas de más de diez horas, enfrentando llamas de hasta 20 metros de altura y temperaturas de hasta 1,000 °C. Luchan contra el miedo a la muerte y la tristeza de ver cómo la ambición destruye la naturaleza sin consideración por las vidas en peligro.

Kanã Waurá, una joven brigadista indígena de la Tierra Indígena Capoto-Jarina, relata cómo, en una de sus incursiones, su equipo quedó atrapado por el fuego. Solo lograron escapar cuando avanzaron hacia una carretera, abandonando sus equipos para salvar sus vidas. “Todo estaba quemado”, recuerda con angustia.

El miedo a morir es una realidad constante para los brigadistas, aunque muchos evitan hablar de ello. Euclenes Batista, brigadista de la comunidad quilombola Kalunga, confiesa que reza cada vez que va al combate, pidiendo a Dios que lo proteja. La mayoría de estos héroes trabajan con salarios bajos y coberturas mínimas, a pesar de los riesgos extremos que enfrentan.

La muerte de Uellinton Santos ha sido una advertencia de cómo el cambio climático está haciendo que los incendios sean más peligrosos. Los brigadistas experimentados, como Charles Pereira Pinto, observan cómo el fuego ha cambiado en los últimos años: ahora es más intenso y rápido, alimentado por la sequía y la vegetación seca.

En el norte de Pará, Anielle Faccin, supervisora de dos brigadas, también ha notado un cambio. Antes, las áreas húmedas protegían la vegetación, pero este año, incluso esas zonas se secan rápidamente, permitiendo que el fuego se propague con mayor velocidad. La intensidad de los incendios obliga a los brigadistas a jornadas agotadoras, muchas veces de hasta diez horas, lo que aumenta el riesgo de accidentes por la fatiga y el estrés.

Rodrigo Agostinho, presidente del Ibama, afirma que la mayoría de los incendios en Brasil son provocados por la acción humana. La ambición por la tierra y la impunidad son factores que contribuyen a esta crisis, donde miles de hectáreas de bosques están siendo destruidas sin consecuencias para los responsables.

A pesar del creciente número de brigadistas contratados por el gobierno y la expansión del uso de aeronaves en la lucha contra el fuego, los desafíos continúan siendo enormes. Mientras tanto, personas como Kanã Waurá temen por el futuro de su tierra: “Rehacer la selva después de un incendio llevará mucho tiempo”, dice, preocupada por lo que vendrá.

Fuente de la noticia: BBC News.