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Una serie de detonaciones de dispositivos electrónicos en Líbano — la segunda en una misma semana — cobró un alto número de víctimas reunidas en el funeral de aquellos que perecieron en las explosiones de pagers del día anterior.
Según el Ministerio de Salud libanés, las inesperadas explosiones de walkie-talkies causaron al menos 25 muertes y más de 450 heridos. Estas cifras se suman a los 12 fallecidos y miles de heridos registrados el día anterior.
En uno de los funerales, algunos ciudadanos expresaron su furia y desafío en declaraciones a la BBC. Los médicos también describieron las terribles heridas que tuvieron que atender.
Estas son las historias relatadas por dos periodistas de la BBC en la capital libanesa, Beirut.
Miedo y desconfianza:
Ahora, todos desconfían de quienes usan teléfonos y otros dispositivos, tras el atentado del martes (17/9) con las explosiones de pagers y la segunda ola del miércoles (18/9), con los walkie-talkies.
Mientras se celebraba el funeral de las víctimas de las explosiones, entre ellas un niño, escuchamos una detonación que sembró el pánico. La multitud huyó despavorida en todas direcciones.
Tuvimos que abandonar el funeral y buscar un lugar seguro. Sin embargo, logré hablar con algunas personas presentes y tener una idea de lo que estaba sucediendo.
Se habían reunido en gran número para el funeral de un niño de 11 años y tres miembros del grupo Hezbollah, fallecidos en los atentados con pagers del martes.
Hombres, mujeres e incluso niños salieron a las calles con carteles que mostraban la foto del niño fallecido. Algunos portaban banderas amarillas de Hezbollah o grandes banderas negras con la imagen del líder del grupo, Hassan Nasrallah.
Las mujeres lanzaron pétalos de rosas sobre los ataúdes de las víctimas. La escena era muy familiar para quienes, como yo, hemos presenciado funerales de miembros de Hezbollah en el pasado.
Algunos padres llevaron a sus hijos a la ceremonia.
La gente afirma que este episodio constituye un grave crimen contra la humanidad, pero que fortalecerá aún más su resistencia y determinación.
Su tono era desafiante. Al mismo timepo, se escuchaban oraciones en grandes altavoces. Algunos niños llevaban el uniforme de los boy scouts para despedirse del niño de 11 años.
Le pregunté a un joven si conocía a alguno de los heridos o fallecidos.
“Todos conocemos a alguien”, respondió. “El dolor es inmenso, tanto físico como en el corazón. Pero estamos acostumbrados a esto y seguiremos resistiendo”.
Una mujer de 45 años a mi lado en el funeral dijo, con una sonrisa desafiante en el rostro: “Esto nos hará más fuertes. Quien perdió un ojo luchará con el otro y todos estaremos juntos”.
‘El peor día de mi vida’:
El ambiente frente al hospital estaba repleto de gente, pero relativamente tranquilo esa mañana. Muchos familiares esperaban fuera del hospital para recibir noticias de sus seres queridos.
El ambiente contrastaba con la noche anterior. El hospital se llenó de llantos y gritos mientras traían a los heridos inmediatamente después de las explosiones.
Logré hablar con el profesor Elias Warrak, oftalmólogo del Centro Médico Universitario del Hospital Monte Líbano. Me dijo que lo que vio la tarde del martes (17/9) fue una pesadilla.
“Fue el peor día de mi vida”, declaró.
Sentado con aire tranquilo en su consultorio, afirmó: “Desafortunadamente, tuve que extirpar ayer más ojos que en todos mis 25 años de carrera como médico”.
“Quería salvar al menos uno de los ojos de las víctimas [para salvar su visión] y, en algunos casos, no lo logré. Tuve que extirpar ambos ojos porque las municiones habían penetrado directamente en ellos”.
Mientras hablaba conmigo en su consultorio, Warrak parecía sereno, pero su tristeza era evidente. Reflexionaba sobre los acontecimientos y lo que había presenciado.
“Fue muy difícil”, contó. “La mayoría de los pacientes eran jóvenes de unos 20 años. Y, en algunos casos, tuve que extirpar ambos ojos”.
“Nunca había visto escenas como las de ayer en toda mi vida”.
Warrak llevaba casi 24 horas en el hospital atendiendo a las víctimas, con solo un breve descanso. Elogió a los familiares de las víctimas y su capacidad de recuperación, por enfrentar lo ocurrido con sus seres queridos con tanta paciencia.
Cerca de 3000 personas resultaron heridas y 200 de ellas quedaron en estado crítico. En una segunda ola de explosiones, al menos 20 personas murieron y más de 450 resultaron heridas, según el Ministerio de Salud del Líbano.
Hezbollah, respaldado por Irán, declaró que los pagers pertenecían “a funcionarios de diversas unidades e instituciones de Hezbollah”.
El grupo confirmó la muerte de sus combatientes y culpó a Israel por lo ocurrido, al igual que el primer ministro libanés. El ejército israelí se negó a comentar el episodio.
Inmediatamente después de las explosiones, conversé con otros miembros del equipo médico.
“Es muy delicado y algunas escenas son horribles”, declaró un funcionario del hospital. Agregó que la mayoría de las heridas se concentraron en la zona de la cintura, el rostro, los ojos y las manos.
“Muchos heridos perdieron dedos — en algunos casos, todos los dedos”, contó.
Todo el país se encuentra en estado de incredulidad y conmoción. La gente es incapaz de entender lo que realmente sucedió.
Lo que puedo decir es que es algo sin precedentes, a esta escala y de esta naturaleza. Es extremadamente difícil de comprender, incluso para un país acostumbrado a eventos imprevisibles.
Fuente de la noticia: BBC News.