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Cada noche del 31 de diciembre, el mundo se ilumina con un espectacular despliegue de fuegos artificiales para dar la bienvenida al nuevo año.
Desde el icónico puerto de Sídney, donde se lanzan nueve toneladas de explosivos en dos exhibiciones nocturnas, hasta Londres, Las Vegas y Nueva York, los cielos estallan en luces y colores. Pero detrás de esta belleza efímera, hay un costo ambiental y de salud que vale la pena analizar.
En Europa, se importan unas 30.000 toneladas de fuegos artificiales al año, un descenso drástico respecto a las 110.000 toneladas anteriores a la pandemia.
Sin embargo, la industria global sigue en auge: en 2024, el mercado de fuegos artificiales se valoró en 2.690 millones de dólares y se proyecta que alcanzará los 3.650 millones de dólares para 2032.
Este crecimiento implica un aumento de la contaminación por humo, residuos y metales pesados, lo que genera preocupaciones tanto para el planeta como para la salud humana.
Impacto en la Calidad del Aire:
Estudios en diferentes países han demostrado que los fuegos artificiales contribuyen significativamente a la contaminación del aire.
En Honolulu, por ejemplo, se ha detectado un aumento considerable de partículas en el aire durante la noche de Año Nuevo, superando ampliamente los niveles habituales.
Investigaciones en ciudades como Brno (República Checa) y Graz (Austria) muestran picos temporales de contaminación entre la medianoche y las 6 de la mañana del 1 de enero.
Un estudio en Alemania a lo largo de 11 años reveló un aumento drástico en las concentraciones de partículas durante el Año Nuevo.
Además, alrededor del 80% de las partículas emitidas son respirables, lo que significa que pueden llegar a los pulmones y causar problemas como asma, enfermedades cardíacas y bajo peso al nacer.
En Estados Unidos, durante el 4 de julio, las concentraciones de PM2,5 (partículas finas) pueden ser hasta diez veces superiores a lo normal, aunque generalmente se disipan al mediodía del día siguiente.
Efectos en la Salud Humana:
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Las partículas liberadas por los fuegos artificiales contienen metales pesados como cobre, bario y cromo, usados para crear sus colores brillantes. Estos elementos son tóxicos y, en pruebas con animales, se ha demostrado que pueden ser perjudiciales.
En el norte de Utah, un estudio encontró un aumento en la concentración de metales durante las festividades, lo que sugiere un riesgo para las personas con problemas respiratorios.
Niños y personas con asma son particularmente vulnerables. Investigaciones en Hungría indican que las partículas de los fuegos artificiales se depositan en las vías respiratorias de los niños tres veces más rápido que en los adultos.
Aunque los efectos suelen ser temporales, existe un riesgo acumulativo para quienes están constantemente expuestos, como los trabajadores de la industria.
Daños al Medio Ambiente:
Los fuegos artificiales también tienen un impacto significativo en el medio ambiente. En Estados Unidos, se han atribuido más de 11.000 incendios forestales a fuegos artificiales entre 1980 y 2017. Estos incendios no solo destruyen ecosistemas, sino que también generan una contaminación del aire mucho más duradera y tóxica.
Además, los residuos químicos de los fuegos artificiales pueden contaminar el agua y el suelo. Un estudio en Mount Rushmore encontró niveles elevados de perclorato, un compuesto usado como propulsor, en el agua y el suelo de la zona, incluso años después de las exhibiciones.
En Ada, Oklahoma, los niveles de perclorato en un lago aumentaron hasta 1.028 veces tras un espectáculo del 4 de julio, tardando hasta 80 días en volver a la normalidad. Este químico puede interferir con la función tiroidea si llega a las fuentes de agua potable.
Contaminación Plástica y Microplásticos:
Los restos de los fuegos artificiales también contribuyen a la contaminación plástica. En un estudio en el río Támesis, se detectó un aumento del 1.000% en microplásticos tras el espectáculo de Año Nuevo de 2020.
Estos microplásticos pueden ser ingeridos por animales acuáticos, entrando así en la cadena alimentaria y afectando la ecología marina.
Impacto en la Fauna Silvestre:
Los fuegos artificiales también afectan a los animales. Aves como los gansos árticos pueden volar cientos de kilómetros asustados, a menudo abandonando sus hábitats habituales. En casos extremos, se han reportado cientos de muertes de aves debido al pánico causado por los ruidos fuertes.
En Roma, en 2021, se encontraron cientos de estorninos muertos tras un evento de fuegos artificiales.
El momento de las celebraciones, como el Año Nuevo y el 4 de julio, coincide a menudo con periodos de reproducción y migración, lo que puede tener efectos a largo plazo en las poblaciones de fauna.
Alternativas Más Sostenibles:
Para mitigar estos problemas, se están desarrollando alternativas sostenibles. Los fuegos artificiales ecológicos, con combustibles limpios a base de nitrógeno, generan menos humo y eliminan los metales pesados perjudiciales.
Además, los espectáculos de drones y láseres ofrecen opciones más limpias y silenciosas, aunque aún enfrentan limitaciones como costos altos y menor dinamismo.
En resumen:
Los fuegos artificiales son una tradición profundamente arraigada en las celebraciones globales, pero su impacto ambiental y en la salud no puede ser ignorado.
Como comunidad global, es crucial equilibrar la alegría de estas festividades con la responsabilidad ambiental y la salud pública.
Implementar alternativas sostenibles y educar al público sobre los riesgos podría ser el primer paso hacia un futuro más limpio y consciente.