El Excéntrico Campeonato Mundial de Lanzamiento de Piedras

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La lluvia caía con fuerza, como pequeñas canicas golpeando el suelo, mientras el viento soplaba alrededor, impregnado del aroma a whisky. En el centro de este inusual escenario se encontraba Lynsay McGeachy, una golfista aficionada, ciclista de montaña y jefa de destilación de ginebra en Beinn an Tuirc, una destilería en Kintyre, Escocia. A pesar de la intensidad del ambiente, McGeachy permanecía tranquila, enfocada en su próxima hazaña.

El ambiente era electrizante, casi comparable a un concierto de rock. La multitud reunida vitoreaba y la animaba, pero ella estaba absorta, preparándose no para un tiro de golf ni una competencia de ciclismo, sino para lanzar una piedra.

Con firmeza y precisión, McGeachy sostenía la piedra fría y áspera entre sus dedos. Instantes después, realizó un lanzamiento rápido a la altura de la cintura, similar al movimiento de un jugador de béisbol, y la piedra de pizarra plana surcó el aire, girando y flotando durante 42 metros sobre la pedrera inundada frente a ella, como una libélula en vuelo.

La piedra giró 15 veces en el aire, y según McGeachy, fue “un lanzamiento absolutamente excepcional”. “Este año fue difícil encontrar piedras para practicar porque ya he lanzado demasiadas”, explicó.

Durante su entrenamiento en la playa de Torrisdale, en Kintyre, McGeachy calcula haber lanzado alrededor de 160 piedras por semana. Para ella, el lanzamiento de piedras no es solo una competencia, sino una vocación. “Llevo lanzando piedras desde que era niña”, comentó. “El truco está en encontrar piedras lisas con una base plana, ya que giran mucho más rápido”.

El lanzamiento de piedras es una habilidad sorprendente que requiere un dominio casi sobrehumano del movimiento de la muñeca. Es un deporte tan peculiar que deja a los espectadores con los dedos hormigueando solo de verlo.

El año pasado, McGeachy se llevó el título en la categoría femenina del Campeonato Mundial de Lanzamiento de Piedras, celebrado en la isla de Easdale, parte del archipiélago de las Hébridas.

Easdale, una pequeña isla cerca de Oban, en el oeste de Escocia, ha sido sede de este campeonato desde 1997, uno de los eventos más curiosos del mundo. Cada septiembre, competidores de 27 países de cinco continentes, incluidos Alemania, Nueva Zelanda, Canadá y Bolivia, se reúnen para demostrar sus habilidades. Anteriormente, los campeones han venido de lugares tan lejanos como Hungría y Japón.

La competencia se desarrolla en una pedrera inundada, similar a un anfiteatro natural, organizada por parte de los 60 residentes de la isla, entre los que se cuentan el tabernero, el barquero y el único médico local.

El torneo, además de la rivalidad amistosa entre los participantes, se destaca por el buen humor y la camaradería, acompañada de cerveza. Cualquiera puede unirse al evento, pagando una inscripción de 10 libras (alrededor de 74 reales).

Aunque la isla de Easdale cuenta solo con un bar, un centro comunitario y un pequeño museo, su geografía irregular es lo que más fascina a los visitantes. Ubicada en las islas Slate, en la región de Firth of Lorn, Easdale tiene una belleza natural que parece fruto de un antiguo acuerdo entre la naturaleza y sus habitantes.

El lanzamiento de piedras forma parte del alma de la isla. “Aquí, en Easdale, hay mucho orgullo por esta competencia”, señala Kyle Mathews, el médico de la comunidad y árbitro principal del evento.

Originario de Irlanda del Norte, Mathews se ha convertido en el anfitrión del campeonato, supervisando desde la plataforma de lanzamiento, conocida como el “Lanzamiento del Destino”. A su cargo también está la resolución de cualquier disputa que surja durante la competencia.

Todos los participantes deben lanzar piedras de pizarra natural de Easdale, con un diámetro máximo de 7,6 cm. Cada piedra debe pasar por un estricto control de tamaño para garantizar que nadie tenga una ventaja injusta.

El año pasado, uno de los momentos más emocionantes del torneo fue cuando Dougie Isaacs, ocho veces campeón y favorito local, lanzó una piedra con tal fuerza que provocó una ovación ensordecedora. “Las bocinas resonaron y la multitud vitoreaba tan fuerte que se escuchaba en la isla vecina de Seil”, recordó Mathews.

La historia cuenta que este peculiar campeonato comenzó hace unos 40 años cuando, después de una noche de copas en el único bar de la isla, un inglés, un escocés y un irlandés decidieron competir para ver quién podía lanzar una piedra más lejos. Aunque muchos podrían haber pensado que la idea nunca saldría del bar, hoy en día el evento es un motor que une a la comunidad y recauda fondos para obras benéficas.

El año pasado, el campeonato reunió 9.000 libras (alrededor de 66.000 reales) para la escuela local y el centro comunitario. Es un esfuerzo para asegurar el futuro de la isla, que alguna vez prosperó gracias a la explotación de pizarra en sus siete canteras. Sin embargo, el comercio de la isla declinó en la década de 1850 tras una devastadora tormenta que inundó las canteras.

Hoy en día, las piedras que antes se extraían para la construcción se utilizan exclusivamente para el campeonato de lanzamiento, un deporte que ha ganado popularidad mundial. A pesar de las dificultades de acceso a la isla, el evento atrae cada año a más participantes, con los cupos agotándose rápidamente.

En el campeonato de este año, las inscripciones se agotaron en solo 29 minutos, colapsando el sitio web debido a la alta demanda. A pesar de ello, el número de competidores está limitado a 350, mientras que se esperan mil espectadores.

Lanzar una piedra y verla rebotar en el agua puede parecer simple, pero en Easdale, las condiciones climáticas impredecibles hacen que el reto sea aún mayor. “Incluso con una piedra perfecta y un lanzamiento impecable, una ráfaga de viento puede arruinar todo”, comenta Alex Lewis, campeón de varios torneos y experto lanzador. “Es un deporte donde la suerte juega un papel importante, y cualquiera puede ganar”.

El atractivo de Easdale, con su belleza salvaje y sus tradiciones, convierte a este campeonato en un evento único, donde las piedras, al igual que los sueños, siempre siguen rodando.

Fuente de la noticia: BBC News.