¿El exceso de pantallas en niños puede causar síntomas similares al autismo?

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En los últimos años, los dispositivos electrónicos se han convertido en una herramienta omnipresente en la vida cotidiana, especialmente para los niños.

Sin embargo, el uso excesivo de pantallas está generando preocupación entre expertos, quienes advierten que podría provocar síntomas que imitan los del trastorno del espectro autista (TEA).

¿Qué tan real es este fenómeno y qué dicen las evidencias científicas al respecto? A continuación, exploramos este tema en profundidad.

Un caso real – La experiencia de Nádia y Breno:

Nádia David Peres, médica brasileña de 45 años, se enfrentó a una situación angustiante con su hijo Breno, de tres años. Debido a su apretada agenda laboral, recurrió a las pantallas como una solución para entretener a su hijo mientras trabajaba desde casa. Breno pasaba hasta seis horas diarias frente al teléfono o la tableta viendo dibujos animados.

En marzo de este año, recibió una carta del colegio de Breno que alertaba sobre comportamientos preocupantes. “No miraba a los ojos de los demás, era agresivo con otros niños, no se concentraba, rechazaba ciertos alimentos y tenía rabietas excesivas”, relata Nádia. Aunque ya había notado estas conductas, la carta fue el detonante para buscar ayuda profesional.

Tras una consulta con una neuropediatra, descubrió que Breno estaba sobreexpuesto a las pantallas. Decidieron eliminar por completo los dispositivos y, sorprendentemente, el niño mostró una mejora significativa en apenas dos semanas. Hoy, Breno es un niño más sociable, menos agresivo y con mejores hábitos alimenticios.

Pantallas y desarrollo infantil: ¿qué dicen los expertos?

El neuropediatra Anderson Nitsche, del Hospital Pequeno Príncipe en Brasil, explica que el núcleo del TEA está relacionado con dificultades en la socialización y comportamientos repetitivos. “El exceso de pantallas puede provocar patrones similares, como la dificultad para socializar y la tendencia a repetir frases o conductas vistas en los videos”. Sin embargo, enfatiza que estos síntomas suelen revertirse al reducir el tiempo frente a las pantallas.

Por su parte, la psicóloga y neurocientífica Mayra Gaiato señala que las pantallas no causan autismo. “El autismo tiene un origen multifactorial, incluyendo predisposiciones genéticas y factores ambientales”. Aun así, el contacto excesivo con contenidos audiovisuales puede afectar el desarrollo de habilidades sociales y cognitivas en los primeros años de vida.

“Autismo virtual”: ¿mito o realidad?

En 2018, el psicólogo rumano Marius Zamfir acuñó el término “autismo virtual” para describir los problemas conductuales y socioemocionales en niños de 0 a 3 años expuestos a más de cuatro horas diarias de contenido digital. Aunque este término no es reconocido oficialmente, algunos estudios han encontrado correlaciones entre el tiempo de pantalla y el riesgo de diagnóstico de TEA.

Por ejemplo, un estudio japonés con más de 84,000 niños observó que aquellos con mayor exposición a pantallas durante su primer año de vida tenían mayor probabilidad de ser diagnosticados con TEA a los tres años. Sin embargo, es crucial aclarar que estas investigaciones no demuestran causalidad directa.

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Dopamina y dependencia:

Las pantallas estimulan la liberación de dopamina, un neurotransmisor relacionado con la recompensa. Gaiato explica que, en exceso, la dopamina puede provocar desequilibrios emocionales y sensoriales. Esto también genera una especie de “adicción” a las pantallas, dificultando que los niños encuentren otros estímulos atractivos, como juguetes o juegos al aire libre.

Reversibilidad de los síntomas:

Una de las características más alentadoras de este fenómeno es su reversibilidad. Cuando se reduce el tiempo de pantalla, los niños tienden a recuperar un desarrollo más acorde a su edad. Esto se ha observado tanto en experiencias familiares como en estudios académicos.

Consejos para un uso saludable de pantallas:

Organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan evitar las pantallas antes de los 18 meses y limitar su uso a una hora diaria para niños de 2 a 5 años. Además, es importante:

  1. Dar el ejemplo: Los padres deben limitar su propio uso de pantallas;
  2. Establecer rutinas: Definir horarios claros para todas las actividades;
  3. Fomentar interacciones reales: Priorizar juegos y actividades en familia;
  4. Controlar el contenido: Optar por programas educativos de alta calidad.

Reflexión final:

Aunque las pantallas son una herramienta útil, su uso excesivo puede tener consecuencias negativas en el desarrollo infantil.

Como destaca Nádia, madre de Breno, “espero que más padres tomen conciencia del daño que pueden causar las pantallas”.

Crear un equilibrio entre la tecnología y las interacciones humanas es clave para el bienestar de las nuevas generaciones.

Fuente: BBC NEWS

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