ADS
El gobierno holandés anunció este lunes, 11 de noviembre, una medida histórica que afectará directamente la libre circulación dentro de la Unión Europea. A partir del 9 de diciembre y por un periodo inicial de seis meses, el país implementará controles fronterizos en sus límites terrestres con Bélgica y Alemania, ambos miembros del Espacio Schengen, conocido por permitir el tránsito sin restricciones entre los países que lo conforman.
Según la ministra de Migración, Marjolein Faber, esta decisión forma parte de un paquete de medidas migratorias diseñado para reducir la llegada de migrantes al país. “Queremos hacer de los Países Bajos un lugar menos atractivo para los solicitantes de asilo”, declaró Faber, quien pertenece al ala más radical de la coalición gobernante liderada por el primer ministro Dick Schoof.
Un golpe al principio de libre circulación en la UE:
La medida de los Países Bajos representa un desafío directo al principio de libre circulación de personas establecido por el Espacio Schengen. Aunque este tratado permite a sus miembros cerrar temporalmente sus fronteras en situaciones excepcionales, tales decisiones suelen generar tensiones políticas dentro de la Unión Europea.
El cierre no solo afectará los pasos fronterizos terrestres, sino que también incluirá controles en ciertos vuelos procedentes de países de la UE, aunque aún no se han especificado los detalles.
Según el gobierno holandés, esta política responde a un aumento significativo en la presión migratoria, especialmente tras el incremento de solicitudes de asilo provenientes de países en conflicto, como Siria.
Medidas más estrictas contra los solicitantes de asilo:
El cierre de fronteras es solo una parte de un paquete más amplio de políticas restrictivas aprobadas en octubre de este año. Entre estas medidas se encuentra la prohibición de entrada para familiares de solicitantes de asilo, lo que ha generado críticas por parte de organizaciones internacionales.
Además, el gobierno ha declarado que considerará ciertas regiones de Siria como “zonas seguras”, una medida polémica que busca justificar el rechazo de solicitudes de asilo por parte de ciudadanos sirios.
Este enfoque ha sido impulsado por la extrema derecha de la coalición gobernante, liderada por Geert Wilders, conocido por su retórica antimusulmana y su oposición al pacto europeo para una política común de asilo.
Wilders, cuya influencia ha crecido significativamente, defiende que los Países Bajos adopten una postura más dura para proteger lo que él considera los intereses nacionales frente a la “carga” que, según él, representa la inmigración.
El impacto en los países vecinos y en la UE:
El cierre de fronteras holandés también tendrá implicaciones para sus vecinos directos, Bélgica y Alemania, cuyas economías y sistemas de transporte están estrechamente vinculados con los Países Bajos.
Ambos países han expresado su preocupación por las posibles interrupciones en el comercio y el tránsito de trabajadores transfronterizos, aunque hasta el momento no han tomado medidas de represalia.
A nivel europeo, esta decisión se suma a una creciente tendencia hacia políticas más estrictas en materia de migración. Alemania ya ha impuesto controles fronterizos en algunas áreas, y el nuevo primer ministro francés ha manifestado su intención de implementar medidas similares en su país.
Este endurecimiento de políticas refleja el auge de partidos de derecha y extrema derecha en varias naciones del continente, impulsados en gran parte por el aumento de la migración y las tensiones sociales asociadas.
Reacciones internacionales y críticas:
Organizaciones internacionales, como la ONU y Amnistía Internacional, han expresado su preocupación por las nuevas políticas de los Países Bajos. La ONU recordó que el país es signatario del Estatuto de los Refugiados, que obliga a brindar protección a quienes huyen de conflictos armados o persecuciones.
Por su parte, Amnistía Internacional calificó las medidas como “inhumanas” y señaló que declarar regiones de Siria como “seguras” contradice la realidad sobre el terreno, donde el conflicto y la inestabilidad siguen afectando a millones de personas.
Dentro de los Países Bajos, las reacciones también han sido divididas. Mientras que sectores conservadores y nacionalistas aplauden la medida como una forma de “proteger los intereses del país”, organizaciones civiles, partidos progresistas y grupos de derechos humanos han condenado la decisión, argumentando que socava los valores fundamentales de solidaridad y cooperación en la UE.
Un fenómeno europeo: el auge de la derecha y el rechazo a la migración
El caso holandés no es un hecho aislado. En toda Europa, el discurso antiinmigración ha ganado terreno, impulsado por partidos de derecha y extrema derecha que han capitalizado el descontento social relacionado con la inmigración. En Italia, el gobierno liderado por Giorgia Meloni ha adoptado una postura similar, endureciendo las políticas de asilo y aumentando los controles en el Mediterráneo.
En Suecia, Dinamarca y Austria, las políticas migratorias también se han vuelto más restrictivas, reflejando una creciente desconfianza hacia los acuerdos de la UE en esta materia. Incluso países tradicionalmente abiertos, como Alemania, han comenzado a revisar sus políticas tras un aumento en la llegada de migrantes y refugiados en los últimos años.
Este panorama ha puesto a la Unión Europea en una encrucijada. Aunque se han propuesto acuerdos para establecer una política común de asilo, las divisiones entre los países miembros dificultan alcanzar un consenso. Mientras tanto, los flujos migratorios continúan, impulsados por conflictos en Oriente Medio, África y otras regiones.
¿Qué sigue para la Unión Europea?
El cierre de fronteras de los Países Bajos plantea serias preguntas sobre el futuro del Espacio Schengen y la cohesión de la Unión Europea. Si más países deciden seguir este ejemplo, el principio de libre circulación —uno de los pilares fundamentales de la UE— podría verse gravemente comprometido.
Además, la medida holandesa podría sentar un precedente para que otros estados miembros adopten políticas similares, lo que agravaría las tensiones internas en la UE y debilitaría su capacidad para abordar de manera conjunta los desafíos migratorios.
En última instancia, el anuncio de los Países Bajos no solo refleja un cambio en su política nacional, sino también una tendencia más amplia hacia el endurecimiento de las políticas migratorias en Europa.
La pregunta ahora es si la Unión Europea logrará encontrar un equilibrio entre la gestión de la migración y la preservación de sus valores fundacionales, o si, por el contrario, se verá atrapada en un círculo de medidas restrictivas que amenacen su unidad.