Sinaloa bajo asedio: violencia, miedo y una guerra entre narcos que fragmenta el corazón de México

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La situación en Sinaloa es crítica. Desde la detención de Ismael “El Mayo” Zambada, la guerra entre dos facciones del Cártel de Sinaloa ha desatado una ola de violencia sin precedentes. En este contexto, los habitantes enfrentan no solo una amenaza física, sino también una batalla psicológica que impacta profundamente su vida diaria. Este artículo explora los efectos devastadores de esta guerra sobre la población, la economía y la cohesión social de la región.

El contexto de la violencia en Sinaloa: la detención de “El Mayo” Zambada

El 25 de julio de 2024 marcó un antes y un después para el estado de Sinaloa. Tras décadas de operar en la sombra, el cofundador del Cártel de Sinaloa, Ismael “El Mayo” Zambada, fue capturado en El Paso, Texas. Su arresto no solo representó un golpe directo al crimen organizado, sino que también generó un vacío de poder que rápidamente dio pie a una violenta disputa entre las dos facciones más poderosas del cártel: “Los Chapitos”, liderados por los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, e “La Mayiza”, facción leal a “El Mayo”.

Durante 46 días, la tensión en Sinaloa fue palpable, con enfrentamientos violentos que tomaron por sorpresa a la población y cambiaron su estilo de vida. Finalmente, el conflicto estalló de manera abierta, y desde entonces, la violencia ha ido en aumento, especialmente en la capital, Culiacán, y en otras áreas clave como Elota y Navolato.

Impacto psicológico en la población: una guerra emocional

Más allá de la violencia física, los habitantes de Sinaloa están enfrentando una guerra psicológica. La incertidumbre y el temor a quedar atrapados en medio de balaceras han hecho que muchos adopten un estilo de vida de extrema cautela. Reuniones sociales, actividades al aire libre y la vida cotidiana en general se han visto limitadas, con personas evitando salir de noche o visitar ciertas zonas.

La desconfianza también se ha apoderado de las relaciones entre vecinos, ya que el miedo a involucrarse en conflictos ajenos prevalece. Esta desconfianza no solo afecta la vida social, sino que también erosiona la cohesión comunitaria, lo que facilita el camino para que los actos de violencia y criminalidad se den con menor resistencia o denuncia.

La psicóloga comunitaria Lorena Ortiz, especialista en traumas causados por violencia en regiones con presencia de cárteles, explica que esta situación está creando un “estado colectivo de ansiedad”. “El simple sonido de una moto o el rumor de una balacera son suficientes para que las personas entren en pánico. Es una respuesta al miedo acumulado, que se convierte en un estrés constante”, apunta Ortiz.

Las consecuencias económicas del conflicto armado:

El impacto económico de la guerra entre “Los Chapitos” y “La Mayiza” es devastador. La violencia ha llevado al cierre temporal de numerosos negocios, en especial aquellos que operan en horario nocturno. Según el secretario de Economía de Sinaloa, Javier Gaxiola Coppel, el flujo de recursos se ha visto afectado, aunque en los últimos días algunos negocios han comenzado a reabrir sus puertas.

Durante una conferencia de prensa el pasado 5 de noviembre, Gaxiola Coppel informó que, aunque la economía está comenzando a mostrar signos de recuperación, las pérdidas han sido significativas. El especialista en Economía de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), Luis Armando Becerra Pérez, estima que en las primeras semanas del conflicto armado se registraron pérdidas superiores a los ocho mil millones de pesos solo en Culiacán, Elota y Navolato.

Las cifras de la violencia: un aumento alarmante de crímenes

Desde que comenzó el conflicto en septiembre, los índices de criminalidad en Sinaloa han mostrado un incremento alarmante. De acuerdo con datos de la Fiscalía General del Estado (FGE), los casos de secuestro, homicidio y robo de vehículos han aumentado de forma notoria. El secretario general de Gobierno, Feliciano Castro Meléndrez, confirmó la apertura de 918 carpetas de investigación relacionadas con el robo de autos, una cifra que refleja el clima de inseguridad en el estado.

Por otro lado, el reporte de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), encabezada por Omar García Harfuch, indica que entre el 9 de septiembre y el 8 de noviembre se registraron 322 homicidios en Sinaloa. En septiembre se contabilizaron 115 homicidios, en octubre 180, y en lo que va de noviembre ya suman 27. Estos números colocan a Sinaloa entre las entidades más violentas del país.

La fragmentación del Cártel de Sinaloa: un cártel dividido

La captura de “El Mayo” Zambada ha profundizado la división dentro del Cártel de Sinaloa, que ahora se encuentra fragmentado en varias facciones con alianzas y líderes independientes. “Los Chapitos”, liderados por Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, cuentan con el respaldo de figuras importantes dentro del mundo del narcotráfico, como los hermanos Canobbio Inzunza, un brazo armado del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), y otros aliados clave.

Por otro lado, “La Mayiza” cuenta con el liderazgo de Ismael Zambada Sicairos, conocido como “El Mayito Flaco”, quien ha conseguido aliarse con figuras del cártel de los Beltrán Leyva y otros grupos como el Cártel de Caborca. Esta fragmentación del cártel no solo ha debilitado la estructura tradicional del Cártel de Sinaloa, sino que también ha generado un ambiente de rivalidad interna y violencia sostenida en la región.

Especialistas en temas de seguridad, como los periodistas Óscar Balderas, Luis Chaparro y Jesús Lemus, señalan que el Cártel de Sinaloa, tal como se conocía, ya no existe. En su lugar, múltiples grupos han emergido, cada uno con sus propias lealtades y áreas de influencia, lo que ha intensificado la competencia por el control del territorio y las rutas del narcotráfico.

Una batalla emocional en la vida diaria de los sinaloenses:

Para muchos sinaloenses, la vida cotidiana se ha convertido en un ejercicio de supervivencia emocional. Cada día, la comunidad debe enfrentar el miedo, la tristeza y la pérdida de la tranquilidad que alguna vez caracterizó a sus comunidades. Las personas expresan sentimientos de desesperanza y tristeza, pero también una resiliencia que se manifiesta en su deseo de un futuro más seguro.

Sin embargo, la falta de una respuesta efectiva por parte de las autoridades genera una profunda sensación de abandono. Los ciudadanos sienten que su seguridad no está garantizada y que la violencia ha llegado a un punto en el que resulta difícil imaginar una solución. Esta desesperanza se alimenta de la falta de oportunidades, la pobreza y la corrupción, factores que han permitido que el crimen organizado se arraigue profundamente en la vida social y económica de Sinaloa.

El llamado a la acción: una lucha por recuperar la paz

Ante este panorama, muchos habitantes de Sinaloa están alzando la voz para exigir un cambio. Líderes comunitarios, organizaciones de derechos humanos y ciudadanos en general han comenzado a organizarse para buscar soluciones a largo plazo que puedan romper el ciclo de violencia y restaurar la paz en la región. La clave, señalan, está en atender las causas profundas que alimentan la violencia, como la falta de educación y empleo, y en construir un sistema de justicia que no solo persiga a los delincuentes, sino que también proteja a las comunidades afectadas.

La historia de Sinaloa, aunque marcada por la adversidad, también es un testimonio de la capacidad humana para resistir y transformar el dolor en fuerza colectiva. La lucha por un entorno seguro y pacífico continúa, y cada paso hacia la reconstrucción es vital.

Conclusión:

Sinaloa vive una crisis que va más allá de la violencia física; se trata de una guerra psicológica que afecta a toda la sociedad. La fragmentación del Cártel de Sinaloa y la guerra entre “Los Chapitos” y “La Mayiza” han llevado a la población a un estado de alerta y ansiedad constante. La economía, la cohesión social y la vida cotidiana están siendo profundamente afectadas por esta situación, y la desesperanza crece entre quienes se sienten abandonados por las autoridades.

Sin embargo, los habitantes de Sinaloa no han perdido su espíritu de resistencia. En medio del dolor, la tristeza y el miedo, se alzan voces que claman por un cambio y que exigen soluciones efectivas para construir un futuro donde la paz y la seguridad sean una realidad. Este desafío es, sin duda, uno de los más grandes que ha enfrentado el estado en su historia reciente, pero también es una oportunidad para que la comunidad se una en busca de un mejor mañana.